jueves, 25 de octubre de 2012

Dolorosa y atroz


Vuelvo a estar endeudado y enredado por la cinta color magenta.
Dios me ha tocado con su dedo y es soberbio.
Tomaré café para soportar el velorio de rezos.
Todo lo pido y nada se me concede.
Siento los delirios de la altitud.
Me preparo para recibir el golpe valioso, me asestaran el certero tajo, y nada, nada brotará.
Me nombras para que yo te nombre y en la cadena de alegaciones existir.
Desisto, insisto, persisto, me desordeno en el devaneo estéril de soportarte.
Sin ti no existo, sin mi no existes.
Rebaño de zafios, que moráis a mis pies.
Nos lo contaremos todo, en un debate a muerte.
¿Eres tú el que deseas, la mía?.
Miasma, limaron, mucilago, fragmento de seta mortal que he vomitado sin que entrara su toxina en mi rojo torrente.
Me miras y te miro, seremos imágenes especulares que se remedan en las acciones.
Isocefalia, bicefalia, tormentos de bello can.
Has caído en la trampa, en tu trampa, en mi trampa, en la espiral de alegaciones.
Solo se salvará el fruto de tu ruin preñez, para que de turbio y ponzoñoso testimonio de todo.
Eres alacrán al que me gustaría rodear de fuego para que tu veneno tu solo te inocularas.
Te deseo la muerte, mil muertes y todas ellas las imagino de forma dolorosa y atroz.

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