viernes, 2 de noviembre de 2012

Desde el amanecer

No me arrepiento, mas pido perdón.
En la escalera helicoidal que conduce a la gloria, otra vez he tropezado.
Soy mis tropiezos, soy mis defectos, soy mi ira, mi cólera, soy desaliento. 
Pero sobretodo soy esfuerzo.
Esputo sangre pura y roja.
Soy mortal y frágil.
Somatizo el gran dolor y mi alma atormentada hiere a mi cuerpo.
Quiero descansar, la altitud del ascenso me asfixia.
Bicho aniquilador que amarilleas los barnices, trasmutando el recuerdo.
Frágil es la vida, encerrada en los frágiles cuerpos.
Templos de cristal que al mínimo impacto se hacen añicos.
La devastadora lanzada.
La devastadora pedrada.
La devastadora saeta.
El devastador y certero hacha.
Eres turbiedad.
Eres oscuridad.
Eres supina maldad.
Eres mi tropiezo.
Obsesionado por congelar instantes, pierdo el disfrute instantáneo del momento que ya nunca volverá.
Antes la maldad me amenazaba a medianoche, a tu lado me acecha desde el amanecer.


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