sábado, 13 de julio de 2013

Tiembla bondad

Coronado de espinas asciendo a mi gloria.
Asciendo por las puertas del pringue.
Y siempre algo se pega.
Desgasta el soberbio engaste el roce del tufo.
Todo araña, todo deja macula.
Todo deja un rastro, un hedor a grasa.
En desbandada huyen mil golondrinas tras retirar de mi frente mil espinas.
La derrocada líder de las manchas macera en pringue el cobro del desmoche.
Al negro sol, a la luz de los cometas azules planea la próxima guerra.
Fétido aroma de sarasas bufones y fulanas que en el altar del vicio su virginidad mil veces ya perdida proclaman.
Una vez más venderás a la enana como no ultrajada.
Una vez más comerás frite a su costa.
Costaleras de Satán.
Mulas de anchos costillares que cargáis a vuestras espaldas mil crímenes, mil mentiras, mil falsías sobre vuestras agrias vidas, hijas de putas y contubernios de borrachos.
Cerebros gruyer desinstruidos y con mil cráteres de miseria, lavas de crimen, cenizas de venganza, dolor de mala genética que en las sórdidas alcobas en las que reposáis vuestros cuerpos, buches de tocino, parís tras vuestras vulgares preñeces monstruos de vuestra misma atroz ralea.
Tiembla bondad porque esta zafia especie no se extingue.

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