sábado, 18 de enero de 2014

La hidalguía del circense solar.

Los colores del sensacionalismo.
Las siluetas en boga.
Las tendencias trazadas.
Mundo de grandes fotos.
Que el publico aleccionado en el estar, en la cresta trazada de la ola, aplaude.
Emperadores mal vestidos, furcias reconvertidas, sarasas ampulosas de aire ducal.
Torres hidalgas, títulos de saldo y baratijas del último bufón en llegar a la compañía.
Destrezas de izquierdas, hábiles en borras destrezas, pasados lavados con la lejía del progresismo. 
Los nombres de ayer con las consignas de hoy.
Renovarse o morir, para mantener vivo el clasicismo de siempre. 
Nada se es fuera de la carpa, nadie existe si no reza en la arena.
Enanas cojas, altos varones con cojera, mercadeo de convenientes uniones para por detrás afilar los pitones.
Plantel que corta bacalao, cabezas y bella y rebelde hierba, osea todo lo que despunta sin pasar por el aro de la hidalguía del circense solar.

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