martes, 22 de julio de 2014

Le llegó la siega


Entra por las entreabiertas persianas la luz del limonero.
Cayó como cereza madura picoteada por los pájaros.
Vuelven las campanas a doblar en este pueblo de muerte.
Se vició el aire de la última sala con el humo del último cirio.
Era ya charco de primavera que evaporaba el estío.
Se acabaron las horas del día.
Le llegó ya la siega.
Mueren los últimos, sin haber llegado aún los primeros.

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