lunes, 21 de julio de 2014

Viento seco que llama al fuego

Busco la caricia pura y sin fraude.
La compañía clara de los recién nacidos infantes.
Niños que renacen cada mañana con el albor del alba.
Es la mente virgen y sencilla la que no trastoca palabras.
La que lee comprendiendo y sin cuestionar.
Porque el que comprende nada cuestiona.
Solo cuestiona el que discrepa o nada entiende.
Mentes de avispero curtidas en mil aguijonazos.
Cacareos de envidiosas de miel.
Porque del laborioso día de las abeja nada envidian.
La mente retorcida es viento seco que llama al fuego.
Son  el estruendo que precede a la contienda.
Son rastrero alcohol que calienta los papos agrios en las traseras de las calles.
Calles de vicio que se complacen en los males.
Y buscan embaucadas su bien, usurpando casas, tierras y bienes.
Bien está se dicen sin arredrarse en el saqueo.
Bien está el camino tuerto.

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