domingo, 28 de septiembre de 2014

Son necesarios los torcidos


Son las mudanzas las que trastocan el orden de la culpa.
La involución de hoy se sembró ayer.
Y el que la sembró ayer, se sorprende del que recoge la endiablada cosecha hoy.
Hace mucho que el monstruo ya no mama, está crecido.
Crecido en el consentir, en el no haber sido domado a tiempo.
Vicios de lagunas educativas y de fiestas de desinhibición donde se han fraguado los vulgares instintos de la fiera.
Sin culpables, la culpa gravita sobre el recién llegado, el que en el desorden busca la puerta del orden.
Puerta cegada para reservar la nata y las flores del progreso a la progresía, que para nada quiere diluirse con el vulgo. 
Solo se es vulgo en los balcones de la arenga. 
Solo se es vulgo, para travestidos de su mediocridad y con sus dejes de incultura, faenar los votos.
Solo se es vulgo para volver a robar y medrar con el sudor del vulgar.
Y en irredenta espiral, que decimos haber extirpado, salvar al oprimido.
Oprimido que nos disponemos nosotros en el engaño volver a explotar y a oprimir.
Sofisticada y teatral opresión de sátrapas totalitarios que nada aman al cacareado pueblo.
Popular piara que solo vale para dar la grasa que pagará los lujos.
Trastiendas de lujo, donde lo criticado es aplaudido y donde la pana que gana votos, nada luce en esta trastienda de lujosos salones.
Son necesarios los torcidos, los hambrientos, los miserables, los explotados, los rendidos y ultrajados, porque sin ellos no existe el salvador.
No existiría el salvapatrias, si el pueblo estuviera salvado, salvado y sin torcer.

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