lunes, 13 de octubre de 2014

A la de los falsos nombres

Pon en cuarentena al amigo que se acuesta con tu enemigo.
Al amigo que se deja pasar la mano ladrona por el lomo.
Desconfía de la escoria que se abala en pliego de invenciones.
Desconfía del titiritero.
Oro que orina el verdín.
Mastaba de muerta de hambre que nunca se construyo para albergar a una reina.
Desconfía de la sonrisa artificial de jaca ladrona.
Desconfía del colmillo torcido que enderezo la ortodoncia.
Desconfía de la inventada parentela.
Del brillo falso de lontananza.
Brillo ganado en las anexiones forzadas, bajo el rédito de conocerte.
Ganado en la fanfarria de los vulgares fuegos de artificio.
En el querer ser lo que tu en el amigo esperas.
Tira lejos el corazón del mentiroso.
Porque no es ni siquiera su corazón lo que te ha entregado.
También en la entrega el traidor ha mentido.
Muerte chapada de falsa caoba.
Yeso dorado con el más falsos de los oros.
Ofrendas falsas del que tu interés persigue.
Decepciona tanto el interesado.
Hojarasca sin fruto.
Fruto toxico.
Amistad toxica.
Veneno inoculado con los besos cercanos.
Malvado que en la corta distancia blande certeros puñales.
Malvado sin talento.
Pajaruca sanguijuela.
Tanteadora de amantes.
Embaucadora víbora, que con cerbatana en tu casa se cobra mil presas.
Rastrera maleza que trepa y asfixia la esbelta palmera.

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