sábado, 18 de octubre de 2014

La remostosa barra

Es bastión de los infelices la remostosa barra del bar.
Es el aturdimiento su deleite.
Es el interlocutor, el preso del trabajo de servir.
Forzado en la lengua de abismo, ha escuchar confesiones.
Entre tanta chanza y socarrona risa, asoma la triste alcoba.
Asoma la mano airosa, que habiendo nacido para cuidar rosas.
Se curte áspera en la cementera.
Bocas saciadas que ríen.
Mientras los ojos ventanas del alma lloran.
En la barra todo aflora.
Flores ajadas por las caídas.
Flores que enmascaran la traición, de tan acicaladas. 
Sin freno, al pesar nada lo frena.
Sin referencias, uno se sincera.
Y siente al camarero, confesor cercano.
Y busca en la penitencia del alcohol, huir del frío inclemente.
Huir del beso de Judas.
De la torcida pasión.
Huir del raer de la herida.
Nos bañamos en el etílico elixir, para adormecer tanto dolor.


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