viernes, 12 de junio de 2015

El púlpito pide fiereza

Si supieras todo lo que sé, me temerías.
Para haberte roído las entrañas un cáncer, mira que tienes estomago.
Mira que desde tu lugar de preeminencia poco o nada haces.
Tragaderas que denotan poca fe y mucha tibieza.
Que fácil espera el perdón el que con saña ha zaherido.
El toro corniveleto que busca el indulto para volver y volver a arremeter.
Púlpitos de frases huecas, de vocecita apagada que rinde en falsaria delicadeza.
Temo al toro manso, cabestro sagrado.
Temo las esquilas de las bombas del silencio, del dejar pasar, del no enfrentarse, ni afrontar nada.
Vacío donde crece el acoso y campan libres las manos enharinadas que empujar al calumniado al suicidio.
Casa de todos y de Dios, que solo está abierta para el chalaneo de unos cuantos.
Cantoras de gorigoris que despellejan cuando está ausente, a la altiva Pantoja y a su rubia y pija madre.
Nada está escrito y los finales suelen ser inesperados y sorprendentes.
Quizás sea tu patíbulo el altar y tu soga el cíngulo.

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