martes, 18 de agosto de 2015

La mira de la escopeta

Es un pueblo pequeño un enorme infierno.
Es la adversidad de las lenguas desatadas.
Es la perversa malicia sin freno.
Secarral donde todo está dañinamente enquistado.
Donde el iletrado ladino.
Sin redención se ceba. 
En la gema rara.
En la codiciada alhaja.
Que sin estimar los peligros de la tartárica orilla.
A ese pudridero arriba.
Cuatro paredes cerradas al mundo.
Cuatro paredes que sin conmiseración lapidan.
Al que entra y sale de esos cuatro tapiales.
Mundo angosto.
Mundo vil y servil.
Mundo encadenado al inframundo.



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