miércoles, 19 de agosto de 2015

Sierra Fénix

No todos tenemos el mismo ciclo.
Son muchos los ciclos y con ellos nos entrecruzamos, nos entrelazamos, nos liamos.
Ciclos de perdida y de recuperación.
Ciclos rápidos, ciclos lentos, ciclos muy rápidos, ciclos muy lentos.
Es un ciclo fulminante el arrasar, el fulminar, el dilapidar.
Imperios puestos en pie en siglos, pero defenestrados en horas, en cortos días, en décimas de segundo.
El verde volverá y olvidará que la mano del hombre lo calcino.
Los trinos que el fuego espantó volverán.
El bosque devorará los estragos de la combustión, aterciopelará sus heridas.
El cielo se desprenderá de toda partícula de polvo que lo mancha, que lo enrarece, que no vicia, que lo agria. Y volverá a ser cristalino manto donde titilan las estrellas en las noches sin luna.
Todo volverá a ser pero nosotros no volveremos a ser nunca los mismos, nuestros días de cenizas no se borrarán, no los recuperaremos, y nos perderemos en nuestro corto ciclo de miseria, de miserables que no miman el horizonte de fronda que nos da la vida, que les dio la vida a nuestros predecesores, esos que tenían interiorizado el código ético de nuestra supeditación a las perseidas.
Sierra Fénix que de sus cenizas cada década se levanta y nos vuelve ha agasajar la vistas con sus colores cambiantes, caducos, perennes, estacionales.
Sierra Fénix a la que debemos tanto y tan poco devolvemos, humano ingrato que calcina la rama verde que le permite respirar.
Humanos desalmados que tras la deflagración solo piensan en repartir el sudor del cabrero, la desgracia del viñedo, la flama que devoro el huerto, las vacas hambrientas que vagan por las cenizas de la dehesa, entre alcornoque agónicos, entre robles heridos, entre verticales castaños que mueren.
Humanos desalmados que con las brasas calientes y la tierra negra, solo se reúnen para en los distantes gabinetes de crisis, tratar el lucrativo drama. Drama que en los laberintos de la insensata burocracia se amparo y arraso más aun si cabe el verde valle, vergel de naranjos, limoneros y camelios. Laberintos para sacar rédito, para sacar tajada de este mal, de este mal gestionado mal, de este mal que para ellos es río revuelto donde volver a pescar.
Demasiados intereses tras el fuego, demasiados interesados que el fuego han avivado.
Triste tener la capacidad de ver y atormentarse con lo visto, con el desorden del falso orden, con las ordenes sin tino, con el desatino de los que ordenan, que prestos tras el drama están muy sagaces a ver que ordeñan.

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