domingo, 29 de noviembre de 2015

La paz de hoy se gano ayer

Se vierte la Vía Láctea por las manzanas de la discordia.
Rescoldos de Orion que crepitan celestes.
La paz de hoy se ganó ayer.
La paz de mañana se pelea hoy.
Que necio es el que cree que la calma llueve del cielo.
El que espera quieto que no se acerque a él, el suicida liberticida.
Traca sangrienta de invasiones barbaras.
Se refleja la luna en un pozo, como la luna refleja el sol.
Tontos que confunden astros, asteroides que confunden a tontos.
Es cizaña el estúpido, el que mira el mundo por la rendija de su mediocridad.
Cuantos velos debe uno descorrer para que atisbe la verdad el necio.
Se derrama la libertad en occidente de la forma más justa y conveniente.
Pero siempre hay quien viene a poner en solfa valores más que claros.
A dudar de una bondad que nos hace débiles, de una debilidad y solidad que emana del Dios de Europa.
Y con la duda enturbia la claridad del más justo de los repartos, sabiendo que todo reparto es injusto.
Infantes de la patria nos velan y con su sangre nos permiten dormir tranquilos.
No es cerrar al bueno las fronteras, es vigilar la marca para que no nos aculture el enemigo.
No hay peor mal que ser apátrida, orfandad elegida por el memo que teniendo una abnegada madre se abraza a la maligna madrastra. Temido o querido, elijo el más protector de los dos sentimientos.

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