sábado, 31 de diciembre de 2016

El tiempo no admite atajos

Nos envejecen los dígitos.
Cristales rotos en segundos, imposibles de restaurar.
Atomizado pasado, disperso en la piel de mil amantes.
Feliz e infeliz, según me alejo o acerco a ti.
Lo por tener, lo que no abarco a retener.
Fugaz lamento que aspira aire para dar saltos sin vértigo.
Nos envejece la erosiva arena que golpea nuestros pies.
La arena de cortante cuarzo.
La arena que se escapa entre los dedos de nuestras pesadas zancadas.
Aire sin vida que reseca hasta la bella piel.

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