lunes, 30 de enero de 2017

Dios de la fuerza


Me lastima la selva de ruidos, la niebla de miel que atrae alimañas.
No es placer mi camino, son cortantes hielos sobre los que caminó descalzo.
Nieve y sangre son mis huellas. martirio de San Esteban.
Como desnudarme más si ya estoy desnudo, sólo me queda descarnarme y lucir mis huesos.
Asediado respiro hondo e inhalo el aire de metralla, la pólvora de su gélida fiesta.
Desintrincar es mi penar, desliar los meandros de los cadáveres.
Buscar en los recodos los árboles regios, los árboles que la envidia taló y la inferioridad hizo astillas.
Salve Reina de la luz, salve Dios de la fuerza.

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