lunes, 3 de julio de 2017

EL EGOÍSMO RACIONAL


Es muy frecuente que enseñemos a nuestros hijos a ser lobos por miedo a que se transformen en manipulables ovejas. Que reprendamos en ellos sus muestras de debilidad, sus flaquezas. Y que a la vez inoculemos en ellos, valores de entrega y desprendimiento, basados en la caridad occidental. Caridad que no debe medir con quien o con quienes se reparte nuestro tesón, nuestro esfuerzo, a sabiendas de que tras la caridad hay mucho lobo enharinado y mucho fraude.
Es una dicotomía complicada, la consecución a ultranza de nuestra felicidad pese a quien pese, o la generosidad sin medida que no mide con quien se malgasta, y el pesar que genera dar a quien no se lo merece, sólo por el hecho de que culturalmente ser altruista está bien visto en nuestra sociedad.
Existe una importante y negada gradación, entre ser dador o depredador, existe una gradación basada en el acomodo y en no sentir una frustración perenne si no se encaja en el ideal aplaudido socialmente, que es el de la generosidad ciega y desmedida. No es difícil casar el dar y el darnos, y es ahí donde entra en juego la racionalidad, la sensatez, el sentido común. El egoísta es aquel capaz de arremeter contra todo y todos con tal de obtener lo que desea. Pero en ese arremeter pueden existir, y existen códigos éticos y valores.  
El egoísta racional tiene a la propia felicidad como objetivo fundamental de su vida, pero la encuentra en valores objetivamente buenos, siendo felices, podemos transmitir felicidad y brindar un ejemplo a seguir, que evite el parasitismo y el egoísmo del pedigüeño de oficio. 
Aceptando la realidad como árbitro, la razón como  nuestro juez, y los derechos anexos a la vida y a la libertad; Y sobre todo la libertad como límite intransigible, nunca crecer cercenando derechos que nosotros disfrutamos. 
Ser egoístas, entendiendo el egoísmo ajeno, como un egoísmo racional como el nuestro, y viendo la generosidad como un acto voluntario, que no genera en nosotros la frustración de entregar un esfuerzo que no hemos saboreado y que otros van a saborear sin agradecer. Ser egoísta racional es no dilapidar nuestro trabajo y enseñar al otro a trabajar, como metodo o via de conseguir nuestro bienestar.
La ética del egoísmo racional está basada en el hecho de que el hombre es un ser individual, con su propio cuerpo y su propia mente, con sus propias habilidades, sus deseos y sus sueños, curtidos en el esfuerzo, talentos que el egoísta racional ha decidido rentabilizar, para él y para los suyos y para compartir pero sin generar en sí mismo frustración. Ser individual con derecho a vivir para sí, sin menoscabo de poder llevar a cabo las acciones pertinentes que le permita conservar sus valores. 
El egoísta racional, no está dispuesto a convertirse en un animal de sacrificio para satisfacer los deseos ajenos, ni espera convertirse en el verdugo de sus hermanos pidiéndoles a ellos que se sacrifiquen por él.
Los merecedores de nuestra generosidad, son sólo aquellos que la valoran y respetan, y nos valoran y respetan en el acto de sólo hasta un punto entregar y dar. 
Es falsa la alternativa dador/depredador, alternativa con la que hemos venido lidiando, y que no ha hecho otra cosa que generar grietas dentro de la sociedad, entre aquellos ya cansados de vivir para los demás por deber, y aquellos ya demasiado cómodos viviendo a costa de los primeros y con pocas intenciones de renunciar a sus mal llamados derechos sociales.

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