martes, 19 de junio de 2018

La democracia no ampara delitos


Resolver problemas, no es dar el brazo a torcer.
No es claudicar, no es ni ceder.
Tememos la enquistación, pero el cuerpo maligno más fácil de extirpar, es aquel que se ha enquistado.
La democracia no ampara delitos, ni anhelos delictuales.
Los guiones no son de parte, son marcos jurídicos en los que se conduce el que hace ruido y el que no lo hace.
El amedrantamiento, el acobardarse, es una claudicación, es una derrota que abre una vía de agua y aboca a la nave de la ley, a naufragar.
Al cáncer no se le mima, ni se le riega, ni con el se tienen contemplaciones, se le extirpa o combate sin conmiseración.
La perversión, aunque sea la perversión del sistema hay que arrancarla de raíz.
Uno no se hace amigo de la sarna, ni con ella se permite ni compadrear, ni chalanear.
No es no, y no entiendo que parte del no, no entienden, los que vulneran la ley.
La ultracorreción ampara tristemente la ilegalidad, porque el ser pusilánime consiente que la ley se doblegue al ilegal.

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