domingo, 19 de octubre de 2014

La hora 25

No son eternos los corazones, no es eterno su latir.
Siempre quedan cosas que mirar, por eso debemos cuidar su maquinaria.
Posterga la hora 25, mimando el motor que te hace vivir.

Fachadas

Anillos concéntricos.
Anillos excéntricos.
Si es cegadora la potente luz.
Es cegadora la siniestra sombra.
Detrás del orden subyace el desorden.
Detrás del desorden subyace el orden.
No todo es lo que parece.
No todo lo que parece es.
Replicar carcasas es la forma más fácil de medrar.

Credo de ofuscación

Siempre se muere.
Pero la clave no es morir, es vivir.
Uno debe vivir pensando en los vivos.
Pensando que esta vivo.
Uno no debe negar porque sí.
Negar sin razón es un credos de ofuscación.
Las lagunas cada uno, las llena como quiere.
Entretenerse en vaciar las lagunas de los otros no es vivir.
Siempre se muere, pero como has vivido, determina tu muerte.

Intencionalidad

Arena en los ojos.
Son las palabras que duelen.

No solo de amores, sino de deudas y debidos favores

No desestimes el aliado.
Hay que tener aliados en todas partes.
Riega de favores el desierto.
Y haz que contraigan deudas contigo.
Siembra y no mires donde.
Cuando pidas, dará su fruto.

sábado, 18 de octubre de 2014

Sin bridas

Comienzan las noches largas.
El tiempo interminable para pensar.
El laberinto de los infinitas palabras.
La espiral de las frases que desean conseguir la razón.
Negro infinito de ausente vecindad.
Es la crueldad del pensamiento que imagina salidas y precipicios.
Diosa hacedora de belleza y de fealdad.
Noches largas de ángeles y monstruos.
Sin bocado cabalga la Parca en mis sueños.
Sin bridas el guadañador.

De algodón


Los amores son de algodón.
De algodón de azúcar. 
Amores hinchados de aire.
Esponjados en la idealización.
Facetas inexistentes que multiplican exponencialmente su brillo.
Amores de algodón, que poco en el invierno abrigan.

Fiestas de progres

Se le acumulan las fiestas, pero no invita a los pobres a ninguna.
Quizás esos pobres, a los que defiendes con la voz impostada y en falsete, ese día comerían.
Comerían, frío o caliente, pero saciarían el hambre de la que eres consciente. pero para nada subsanas.
Suena cómico, si no fuera porque es trágico, tanto burdo teatro.
No se puede pedir al rival que haga lo que tu cacareas y no haces.
Ni suena lógico, ni suena ético.
Fiestas de progres que solo practican el aburguesado entretenimiento de la involución.

De lenguas vivas y conciencias muertas

Amigos que te producen agobio.
Novios con los que te alivias.
Palabra engendro que tiene lo peor de dos mundos.
Refrito en sucia sartén, que aniquila en la incorporación los sabores limpios.
Altas que fuerzan la baja.
Altisonantes hijos de Satanás que solo contentan al que tiene su léxico reducido a cuatros desafortunadas palabras.

La remostosa barra

Es bastión de los infelices la remostosa barra del bar.
Es el aturdimiento su deleite.
Es el interlocutor, el preso del trabajo de servir.
Forzado en la lengua de abismo, ha escuchar confesiones.
Entre tanta chanza y socarrona risa, asoma la triste alcoba.
Asoma la mano airosa, que habiendo nacido para cuidar rosas.
Se curte áspera en la cementera.
Bocas saciadas que ríen.
Mientras los ojos ventanas del alma lloran.
En la barra todo aflora.
Flores ajadas por las caídas.
Flores que enmascaran la traición, de tan acicaladas. 
Sin freno, al pesar nada lo frena.
Sin referencias, uno se sincera.
Y siente al camarero, confesor cercano.
Y busca en la penitencia del alcohol, huir del frío inclemente.
Huir del beso de Judas.
De la torcida pasión.
Huir del raer de la herida.
Nos bañamos en el etílico elixir, para adormecer tanto dolor.


Los méritos siempre son compartidos

Menos ruido, porque no son tantas las nueces.
Y ni siquiera habéis plantado el nogal.
Es el síndrome de la titiritera primera fila. 
Creer que nadie se sienta por detrás.
Son las últimas filas las que sustentan a las primeras.
Las que hacen que exista la cúspide.
Cabeza que rige cuerpo pero desde la discreción y la bondad.
Sé que es mucho pedir a los que se les suben los mandatos a la cabeza.
Y piensan que no hay mundo ni delante, ni detrás.
No hay reina sin pueblo.
Pero hay pueblos que ni tienen, ni quieren reina.
Quien quiera entender que entienda.
Quien quiera enmendar que enmiende.
Este convite que presidís, no se ha pagado con vuestra hacienda. 
Porque como hacienda somos todos y todos sufragamos.
Todos debemos ser aplaudidos.
En tiempos de vacas flacas, hagamos de la flaqueza virtud.
Ningún ego gordo, para que no quede ningún ego muy flaco.


viernes, 17 de octubre de 2014

Siempre hay quien critica los logros

Con que facilidad habla de cortinas de humo el que es lo único que extiende.
Densas cortinas de toxico humo.
Palabras que distraen de la situación personal.
Cacareos que nada dicen de nuestra demasía injusta.
De nuestra dorada jubilación.
De nuestra vida de provinciano sátrapa.
Nada de capitales y de nuestro capital nada.
Pataleta de mercaderes expulsados del templo en la anterior legislatura.
Duele soltar la teta.
Duele veros quererla agarrar con tan burdas tretas.
Solo nombráis a los pobres para faenar.
Solo os acercáis a los pobres para en las urnas medrar.
Escandaliza el teatro de vuestras frases de bien comidos, de bien desayunados, de bien cenados y bien viajados, de todo os sobra, pero aun así ni las sobras repartís.
Ansia de gloria de Casa Consistorial y Gran Teatro para adormecer al pueblo con el circo que planeáis dar.

En el albor

Son tantos los monstruos que habitan mi alcoba.
Que pueblan mis sueños.
Alimañas que llegaron a mi vida muy pronto.
En la más tierna infancia.
En el albor de mi primera mañana.
Nunca estoy solo.
Siempre estoy mal acompañado.
Sueños tóxicos en los que descansar es una quimera.
Pero nadie lo sabe porque solo a solas ellos afloran.
Ellos afloran para impedir que olvide.
Para recordarme que las deudas no vencen.
Y que urda el cobro.
Porque solo se olvidan las deudas cobras.
Solo desaparece de mis sueños el monstruo muerto.

Gemido de dulzor

Oblicuo rayo de luz.
Que rasgas en lluvia de fuego.
El principesco cortinaje.
Bordados cortesanos que velan la indecencia.
Bruma de rubores encendidos.
Niebla de vapores para adormecer dolores.
Furor de ferocidad apasionada.
Rompe la sala el rayo de luz.
Rompe el silencio en gemido de dulzor.

Vencidos


Los espejos multiplican el espacio como los lagos el cielo.
Nada inventas todo está ya inventado.
Síndrome de Narciso que se enamora de si mismo en un apacible estanque.
Nada vence al tiempo, es el tiempo el que ya nos ha vencido.