en el laberinto sufrido, laberinto de papel. Vicio de pedir, vicio de mendigar, e implorar, un alma, una bella alma que tilde mis actos, mis acciones, mis obras, mi derroche atroz en este mundo de desafectos, de esclusas que me embalsan y embotan, impidiéndome, el bello devenir del cauce propicio, hacia el bello y salado mar del descanso. En tu celo por impedir el disfrute, del don del alma, a los vientres hipervisitados, de las rameras de tus alcobas, me condenas a mi, a este deambular sin ser y sin nimbar que es la vida en tu agrio reino. Morirá la viciosa madre, tras las ponzoñosas irrigaciones a las que someterá a su vástago, muerto el ser en sus entrañas se terminara el padecer, con el estrépito del alarido de la mala madre. Y en su descanso eterno alojara por siempre al niño no nato, ser de su ser, carne de su carne, veneno
que por el cordón umbilical paso de uno a otro condenado a ambos a un infernal descanso eterno.
que por el cordón umbilical paso de uno a otro condenado a ambos a un infernal descanso eterno.
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