Desterrado, ¿quien se apiadara de mi.?
No serán los que a mis plegarias hacen oídos sordos, los que retuercen miserablemente mis palabras.
Ladrones de santos de alcoba.
Ladrones de la luz del mundo.
Ladrones de esperanzas.
¿A quien rezaré ahora.?
Se macera el dolor en la lúgubre bodega, en féretros de roble.
Lento en piedades.
Rápido en la cólera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario