Sofocos de sol de agonizante invierno.
Arrasa ya delirante el verde.
Y la seca brisa de marzo hiela briznas de incipiente amor.
Nada teme quien en si se encierra.
Y no hierra al elegir compañía.
Pues uno así mismo no se traiciona y vende con tanta dura dureza.
Solo y sin compañía sano.
Del tajo certéramente dado.
Sin prisa el tiempo.
Rinde toda fruta.
Corrompe toda promesa.
Y acerca en cortejo a tu puerta toda deseada venganza.
Al opíparo, no más tardar una torcida cena le atraviesa de muerte la vida.
Travieso sino de glotón.
Y la gula da a los gusanos, lleno de pitanza un cajón.
De rojo puñeta iré a tu misa, para mi festejo.
Y a Dios daré mil gracia por llevarse ya tu henchido pellejo.
Tiritas cabrona ante el fiel, porque pesa mucho tu buche y poco tu joyel.
No lamento nada tu sino de arpía, y espero que arda tu tocino en el sin invierno de tu merecido infierno.
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