Como hijo prodigo recibido sin rencor.
Sin acritud.
Sin reproches.
Estuve lejos y fui feliz sin necesitaros.
Hoy soy infeliz y añoro el calor del despreciado fuego de mi hogar.
Soy inferior, soy un caído, soy un rendido.
Y miro atrás al estatus de los míos, de mi sangre.
Sangre que ayer, ese ayer tan próximo que denosté.
Egoísmo es lo que siento y así sin pudor lo articulo
Es en la sinceridad, el más humillante de los castigos, en el que estribo mi perdón.
Nada tengo, nada atesoro, todo lo malgasté.
Y sin refugio, ni caricia apelo a mi sangre.
Cuna que hice astillas, sangre sobre la que chapoteé.
Vengo rendido del lejano frío al cercano calor.
El único amor que perdona y olvida.
Perdón de la misma sangre, de la misma casa, de pulsiones que ni las vivencias ni la educación borran.
Apelo a ti sal de mi mar.
Brisa de mis orillas.
Marea, oleaje de mi primer y furtivo amor.
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