Los escasos agradecimientos, llegan frecuentemente tarde.
Extinguida la luz nos percatamos de su valía.
Caminos de miedo, de competitiva angustia.
Temor a los rivales vivos.
Esos que tanta sombra proyectan desde las altísimas alturas.
Te quiero tanto en la ausencia, detesto tanto tu presencia.
Presencia de cegador estar.
Fulgurante cometa que impide otro brillo que no sea el de su rutilante estela.
En el adiós te quiero y digo de ti que en vida te quise.
Necia envidia que presta va a llorar a los pies del cedro caído.
Nada de este mundo me llevo, pero para dolor vuestro quedo mi obra, sombra alargadísima que a mis rivales, que no a mis iguales, por siglos anula.
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