Es la coherencia interna de hablar solo, la que me acerca a ti.
Uno nunca se ha aconsejado lo suficiente.
Uno nunca se ha contado y recontado sus cosas lo suficiente.
Capacidad denostada la de escucharse a si mismo y saber lo que uno quiere.
Fiel hasta la tumba, y más allá de la tumba.
Fuente de caricias, aguas salvíficas.
El miedo a la locura trunca tanta brillante trayectoria.
Son parcelas contiguas.
Separadas por un lindero de aristas.
Sin desfallecer, me escucho en los grises amaneceres, en el violáceo horizonte de la desazón.
Cada puesta de sol, cada nuevo día.
Por eso te entiendo también.
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