miércoles, 8 de mayo de 2013
quizás te ayudarán
Si rezas a los muertos quizás te ayudaran.
Pero no en el luto de los ramos grandes, de las coronas grandes, en el exhibicionismo del oropel de las falsas frases de afecto, impresas en falso oro.
Salvar la vida perdiéndola, en la selva de rosas.
El amargo lamento del amor incondicional.
Que es malgastar, asumir y tirar para delante, con la tomada decisión.
Talento malgastado, en los cacareos de otros, que no viven su vida y dan directrices para que vivas la tuya.
Es necesario cerrar pozos negros, zanjas de muertos, pudrideros de ideales y deslastrado andar.
Hacia el derroche de luz del altísimo.
Te seré leal en cualquier foro, no te negaré en ninguna encrucijada.
No será la desafección un tropiezo en el camino.
Y llegaré a los grandes lagos de aguas claras, donde las sirenas se asolanas al sol.
Lejos ya de los barrios bajos, donde violencia sofoca violencia.
Donde la nueva sangre tapa la sangre añeja.
Aquí en las alturas indescriptiblemente nada importa.
Sin cisternas de rencor, sótanos anegados de lagrimas, que no se corrompen en la oscuridad de lo oculto, duelos de interior sin coronas y frases lapidarias.
Ya no me dañan los escrúpulos de las guarras, ni sus ladridos de caterva de hienas.
Lejos del sistema que protege y ampara la calumnia.
Ya nada temo tras andar y andar y ahora flotar en las aguas del olvido, del olvido salvífico.
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