La luz de los mutiladores días.
Luz que llena de recodos mi alma.
Reclamo calma en el cobro del olvido.
Inmerso en la toxicidad de las orzas de borras.
Amputan las horas las ilusiones y aterrizo en segundos en el escarificador suelo.
Con sigilo camino entre las huestes del enemigo.
Me rinde el peso del paso del tiempo.
Me rinde la ceguera que da la ignorancia y su imposible de dinamitar discurso.
Me rinde la falta de vigilia.
Me rinde la claridad meridiana con la que veo tus más bajas pulsiones.
Cambiarán alguna vez los turnos.
Es de ilusos pensar que no rinde el número.
Hordas cainitas de ignorantes.
Hordas sedientas pero no de verdad.
Pastor de acémilas soy en este valle de irremisibles lagrimas.
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