lunes, 29 de julio de 2013

La salvífica glicinia


Celosía de enredaderas de tardía floración.
Cerco verde para salvaguardar mi casa, mis asuntos, mis afectos y mis cuitas.
A salvo de las incendiarias, tras el cíngulo de frescura.
Tras la salvífica glicinia, tras la protectora higuera.
Ornan y flanquean mi lecho, diez canes de oxidiana y oro.
Nada me desvela, si ellos mi sueño velan.
Veo sin ser visto, la mano de la zorra.
Veo sin ser visto, al ladrón de limones.
Es impenetrable mi selva a la vacuidad.
Saldré de ni reconfortante letargo, cuando menos lo esperéis, cuando descanséis ociosos en vuestras alcobas de vicio tras el vulgar galope.

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