Lluvia de amatistas para la reina salva.
Alfombras de ámbar para que camine descalza.
Se rinde la ciudadela al paso ligero, sin hierro, sin miedo.
Reposteros de mil colores le dan la bienvenida.
No hay ruido, solo palabras de calma.
Palabras de loa, de alabanza.
Repique de campanas, que ni espanta pájaros.
Suave caricia de naranjos ,mandarinos y limoneros de luna.
Todo aroma suave, muy suave, almibarado de elegancia.
Se suman a la alegría los rayos que surcan el aire como blancas y lumínicas serpentinas.
Regreso la reina de su forzado exilio.
Y vuelve ligera sin la carga del maligno.
Truena el cielo en armonía.
Con truenos de salvas de gloria.
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