Alfeñique que con urdimbres filibusteras pescas en el pantano.
Teme al fondo turbio y cenagoso.
Allí se esconde tu perdición.
Para él no es coraza tu parapeto de embustes.
Es el cieno, limo fértil, el que en la primavera engulle con floresta castillos.
Hombre necio que en la cal a mansalva ciegas, teme a quien ve lo que ocurre en tu corral de altas y blanqueadas tapias.
Nada escapa el control del barro y del hacedor de hombres de barro.
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