Me embriago en el olor confuso.
En la perdición de los cien almizcles.
Vivo rápido en los desfiladeros.
En el rápido mundo de las partidas, de las llegadas.
Sorbos sin palabras.
Lametones sin luz.
Sin nombre.
Solo el impulso de la urgencia.
El azar del choque.
El rápido olvido en los brazos del otro.
Siguiente en la cuesta del empinado vicio.
Sin alcobas, entre flores secas y miradas de iguales en perdición.
Solo perdura el olor, el tufo a farfulla, a agrios y empalagosos besos de relámpago.
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