Acarreáis hostilidades para construir vuestro camino de ascenso.
Ornadas con plumas de pavo real cacareáis las gloria de vuestra bajeza.
Putas gordas de costumbres turbadoras.
No soy el primer cordero que degolláis, pero si el primero que os planta cara.
Es bonita la vista del cerro de cadáveres en el que estáis encaramadas.
Tropa vil de calumniadoras que convidando a vulgares viandas el proselitismo practicáis.
Llegará la hora, vuestra última hora, la hora de los lutos de vuestra ralea, en la que mientras vosotras lloráis yo reiré.
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