Opíparas fregonas que aun de domingo tenéis alma de estercolero.
Hacéis causa común con la zafia y relamida estanquera y su cursi y pedófilo marido.
Como mata la envidia al sentido común y como el envidioso se suma presto a la afrenta urdida contra el superior.
Temo la capacidad que tiene el vulgo para movilizar ejércitos, que bajo la más vulgar de las arengas queman templos, templos de amor, de armonía y de calor, calor de hogar.
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