Hay algunos que tienen la suerte de ser siempre niños.
Siempre son cándidos y crédulos.
Siempre con la ilusión de la primera vez.
Niños grandes que abrazan y besan a sus muñecas.
Si la felicidad decidiera las mutaciones que conforman la evolución de la humanidad.
Nos regirían los eternos infantes.
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