Que duros nos volvemos condenando traspiés cuando no es en nuestra casa.
Se me abren las carnes pensando en la jauría que sin haber sido capaces de enfrentarse a mi en el cara cara, en mi caída y por la espalda sobre mi se abalanzarán.
Lluvia de saetas caerá sobre el blanco cordero, caerá esa lluvia de la nube, turba negra de los corderos negros.
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