Mercaderes de carne, de sudor de carnes rendidas, perdidas en el encierro de los trabajos forzados.
Trabajos para vivir, con la única retribución de la subsistencia.
Mantenidos vivos para seguir trabajando, con la indolencia de muchos, con el norte de la vulgar riqueza, demasía obscena consentida por los engranajes del poder, de los poderes de todos los colores
Creo en la retribución del esfuerzo, en el mérito, en el conservar y hacer rendir lo ganado, pero no creo ni en la explotación, ni en el robo.
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