Sueños obscuros en los rojos bosques de violencia.
Bajo las torres del tendido eléctrico que chirrían desafiantes fulminando ciegos gorriones.
Temo la carta de la insólita cortesía, de la justicia incompetente que fusila inocentes reos.
Corderos acusados por lobos que se pavonean de lo prospero que es el delito.
Espesura fragorosa de zarzales que desgarran las ricas sedad de la inocente belleza.
Confesaré en perjurio los pecados que la tortura me fuerza.
Lloverán piedras de ira sobre la bondad del moscóforo.
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