Me amparo en la niebla que cierra el valle.
Me desordeno en las guerras del alma delicada.
En la aniquiladora capacidad para sentir la violencia.
Me retumba en las sienes el llanto lejano.
El sentir que en cerradas alcobas, se priva de la bella vida a los ingenuos que cayeron en las malas redes.
Carceleros de baratos amores, de sórdidos deseos, de violentos placeres.
Sinos de vidas perdidas en burbujas de asco y usura.
Negocios fáciles donde no se planta nada, se recoge un fruto crecido.
Con el engaño de una vida mejor.
Que deriva en una vida aturdida en los mundos narcóticos.
En el olvidar quien fuiste y en el no esperar ya nada, salvo el manoseo del asqueroso hoy.
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