Es tan indiscreto el campo abierto.
Otea el asesino de bellos seres.
Otea y azuza a la jauría tras el reguero de sangre.
Siempre hay un desalmado que espía y espera tu espalda.
Tiros de cobarde que abate a la presa entre los perlados escaramujos, entre los melosos jarales.
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