lunes, 24 de febrero de 2014
El amor nada somete
Uno se habitúa a la gratuita generosidad porque esta no pide ningún arancel.
Y la encuentra lógica y natural, la ve obligación.
Pero el receptor no se obliga, a resarcir esa dádiva, a compensar con generosidad ese gesto.
Más bien osado muerde la mano desnuda de poder y vestida de entrega.
Muerde la mano que da y besa la mano que empuña un machete.
Besa y lame las botas de quien lo somete.
La caridad ni ansía, ni quiere la cúspide, pero tampoco busca el desprecio.
El escarnio, que el socorrido despóticamente le propina .
No rinde el amor sin medida, no esclaviza la entrega.
Sólo somete el temor y el arbitrario desprecio del dominador
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