Si hubiera prosperado el incendio, sería la claridad un alivio de luto en estas escarpadas crestas.
Huyo de la tristeza y me cargo de rutinas que en su esclavitud me impiden pensar.
Si fuera ciego que de lagrimas dejaría de ver, dejaría de llorar.
No vivo solo y con ello cargo, con la pena del otro que me empapa y entumece como si fuera mía.
Lastima que la cara valentía no esté a mi alcance, para armado con ella librar la última batalla y descansar en el cementerio del valle.
Son espinas tus quejas, son llagas en mi cuerpo tu sangre.
Soy niño acurrucado y triste que siente el grito como gélido viento de inhóspita cumbre.
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