Hambre de justicia.
De verdadera justicia.
No la de los necios que se han medido en una torturadora oposición.
Que ningún talento de justicia, empatía y conmiseración mide.
Hambre de salvación para mi y la verdad que como yo naufraga en una burocracia parásita de aviesos seres, de vidas miserables que mañana el mundo de los afectos universales olvidara.
Tengo mucha hambre de patíbulos para los que juegan a leer torcido lo que está escrito claro, muy claro y recto.
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