Me reta el crepúsculo a no desfallecer.
Me anima la negación.
Se cierra el ciclo en la nave única.
Me sostiene hoy el alimento de la mano que me quiere y no me entiende.
Relato solo mis quejas para no enloquecer.
Amplia y despejada sin perder detalle en el vigilar constante.
Sordo estoy al desanimo, sordo a la derrota.
El que no llama a la última puerta, no sabrá nunca porque no se abrió.
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