Es la bravuconada un alarido que me espanta.
Me cimbrea el tono amenazante del animal humano que gruñe rabioso.
Del ser inferior que diezma soles en la cúspide.
Del engendro de la mano de Dios que aniquila salvaje las joyas divinas que siembran la tierra.
Me horripila el hermano que siento lejano como bicho virulento al que yo también estorbo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario