Nadie sabe como llora el moscóforo por la oveja abatida.
Nadie sabe el llanto que desencadena el débil.
Es la divina misericordia, la que llora la pérdida de lo que nadie ve.
Es el mampuesto, es la insignificante hebra la que da solidez al gran muro.
Son las piedras desestimadas, las estimadas por Dios como piedra angular.
Como no lamentar que se pierda en las garras del lobo el extraviado.
Si en lo más pequeño está el futuro.
Si en lo nimio está el germen de lo enorme.
Solo los grandes lloran la perdida de un soldado de su ejercito.
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