Saciaré mi sed en los fluidos de tus ojos.
Sed de ojo por ojo.
Sed de diente por diente.
En la debacle donde han amputado mis manos, sentiré el pesar.
Sin la derecha.
Sin la izquierda.
Sola se abrirá el averno con la corte de Leviatán que acaba de llegar.
Sed de venganza hay en el pico de la graja.
En las garras de la corneja.
En el ejercito de córvidos
Marea negra de desafección.
Temo a los halcones que en el Irán se han formado.
Uno nunca muerde la mano, del que con tantos manjares agasaja.
Pero si pega un tiro a su cabeza.
Las manos reciben ordenes.
Las ordenes llegan a los voraces picos y a las arribadas manos.
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