Prefiero perdonar a guardar rencor.
Aunque no me lo pidan.
Aun que no se lo merezcan.
Lo que para nada bueno sirve, estorba.
Que necesidad tengo de mantener en mis zapatos las chinas que entraron al caminar por el camino de zahorra de mi desacertado ayer.
Que no te haga llorar hoy el problema que tuviste al atardecer.
Al amanecer uno sale a la calle sin manchas.
Ayer jugué con lodo, hoy limpio ya no jugaré.
Abandonemos la pesada piedra que es el rencor, como el glaciar abandona cuando se cansa de arrastrarlos a los cantos aborregados.
Árboles estériles y secos que solo deben servir para hacerlos cenizas ahora, hoy.
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