Para levantar el puño, un camarada te tiene que haber tirado previamente a los ojos un puñado de sal.
Ojos dolidos, enfurecidos y enardecidos.
Corriente de ceguera, aglutinada en la visión sesgada.
Mundo de miradas de sal.
Saldrá la marea cegada en el alarido de cuartel a arrasar los cauces preexistentes.
Cauces que sirvieron para embalsar el ciego torrente.
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