Nada debo a los ojos que leen lo que escribe mi mano.
Porque para ellos no escribo.
Ellos solo son fondo que me obliga a vencer el pudor.
A vencer el miedo a la pedrada.
A vencer la cautela.
Soy baluarte de rendidas murallas.
Yo las he rendido.
Yo he abierto de la ciudadela todas sus puertas.
No hay nada estanco, por todo mi ser se puede correr.
Por toda mi alma se puede trotar.
No sois fin, sois solo medio.
Sois solo aire ante el que desnudo me congelo.
Nada os doy porque a mi me inmolo, y es colateral el daros.
Nada debo y nada a mi me deben.
Nada valgo y en nada me amparo.
Soy fortaleza autosaqueda.
Yo he abierto la entrada y he tirado en el umbral mis tesoros.
Los tesoros de mi indumentaria.
No me importa quien mire, el único requisito para desnudarse es ser mirado.
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