Disfrazados somos libres.
Nos desinhibimos y damos día de asueto a los códigos aprendidos.
Travestidos de una nueva esencia, somos más auténticos.
Quizás la careta social nos entumezca tanto.
Que solo somos nosotros, cuando desnudos de prejuicios.
Nos liberamos de la tumefacción del restrictivo corsét educacional.
Enfundados en la fantasía, aliviamos el pantano de los deseos censurados.
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