Está el corazón que late en mi pecho forrado de plomo.
Guarnezco mi latir de las esquirlas del maledicente.
Parapetado tras la cautela como reconoceré y me abriré al igual.
Caminar con temor salva la vida.
Pero convierte la vida en una cárcel.
Porque es una cárcel la precaución.
Vivir días en el miedo es contar y no vivir.
Vivir los días contados.
Es sin protección los impactos en el desnudo pecho recibir.
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